El origen del Imperio Estrellano lo encontramos en una fecha, veintiocho de Mayo de 1453, en Constantinopla. Ese día, el Emperador Constantino XI Paleólogo se preparaba para la que sería la batalla en la que con él mismo, moriría el Imperio Romano de Oriente.
Aquél día, el Basileus con su familia partieron hacia la Iglesia de Santa Sofía, en la que se celebraría la última de las liturgias cristianas que allí tuvieron lugar. El Emperador, en compañía de todo su pueblo recibió la Eucaristía y después partió de nuevo al palacio de las Blanquernas.
Esa tarde, el pueblo, de manera espontánea organizó una gran procesión de rogativas, en la que multitud de iconos de santos, Cristo y la Virgen María vieron el sol por última vez en la ciudad del Bósforo.
Cuando Constantino llegó al Palacio, hablo con su hija, Irene y con su sobrina Sofía a la que amaba como una hija, para despedirse de ellas.
“Este es el último honor que se me da como cristiano, el de defender Constantinopla de los infieles, la ciudad que fundó con tanta gloria Constantino I el Grande. Pero ante la gravedad de lo que pueda ocurrir, he decidido hijas mías, poner vuestro futuro en manos seguras, no quiero que seáis ultrajadas por los turcos.
Esta noche, tomaréis un barco que os llevará a Roma, y allí el Papa os dará las instrucciones de lo que he dispuesto para vosotras. No temáis, con la ayuda del Señor todo saldrá bien.
Irene, cuando yo muera, estés donde estés serás tu la Emperatriz de los Romanos, nunca lo olvides, lleva siempre la dignidad de esta Monarquía fundada con tanta gloria por nuestros mayores, y vela por guardar la honra de los romanos.
Sofía, también tu te convertirás en Emperatriz, harás de tu ciudad la tercera Roma y tus hijos serán grandes.
Recordad que ante todo sois Princesas cristianas, no temáis ante la adversidad, sed valientes, temed a Dios y encomendaros a la Santísima Virgen”
sábado, 31 de enero de 2009
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